Os diré, con tristeza, lo que nunca pensé
que os diría, señora,
porque veo que por vos muero,
porque sabéis que nunca os hablé
de cómo me mataba vuestro amor:
porque sabéis bien que de otra señora
yo no sentía ni siento temor.
Todo esto me hizo sentir
el temor que de vos tengo,
y desde ahí por vos dar a entender
que por otra moriría, de ella tengo,
sabéis bien, algo de temor;
y desde hoy, hermosa señora mía,
si me matáis, bien me lo habré buscado.
Y creed que tendré gusto
de que me matéis, pues yo sé con certeza
que en el poco tiempo que he de vivir,
ningún placer obtendré;
y porque estoy seguro de esto,
si me quisierais dar muerte, señora,
por gran misericordia os lo tendré.
Dom Dinis